La solidaridad mantiene a pacientes de diálisis en el Zulia
![La solidaridad mantiene a pacientes de diálisis en el Zulia La solidaridad mantiene a pacientes de diálisis en el Zulia](https://www.panorama.com.ve/__export/1437280483848/sites/panorama/img/ciudad/2015/07/19/untitled-15.jpg_1813825294.jpg)
Apoyado del hombro del amor de su vida, Nelio Sánchez sale de la unidad de hemodiálisis del Hospital General del Sur.
Las tres horas que pasa conectado a una máquina que purifica su sangre de las toxinas que sus riñones no logran liberar naturalmente, lo debilitan, pero él no se amilana, sabe que afuera lo espera Lili Chang, quien hace 20 años decidió ser su esposa, compañera, la madre de sus hijos y hoy se ha convertido en su guía y hasta en sus ojos desde que perdió la vista, hace unos meses.
A la Unidad llegó hace cuatro años luego que la diabetes que le diagnosticaron le causara una insuficiencia renal. Tres veces a la semana sale desde el sector Los Rosales, en La Concepción, hasta el General del Sur, el traslado no es fácil deben pagar un carro que lo traslade desde ese municipio y luego que lo lleve de regreso.
Lili acomoda en su bolso las golosinas que vende a quienes la acompañan en la sala de espera con otros pacientes. “La situación es difícil desde que Nelio quedó sin trabajo. Nos ayuda mi hijo menor y los amigos de mi esposo, porque el costo que genera esta enfermedad es insostenible”, expresa la mujer que además lucha contra un cáncer de útero.
De las 20 máquinas que hay en el servicio, solo funcionan 19. Una quedó inoperativa y aún esperan sus repuestos. De éstas, 12 son para los pacientes crónicos, tres para pacientes en UCI o emergencia, las otras cuatro son para pacientes positivos con alguna enfermedad como hepatitis.
Sin descanso el personal prepara la diálisis por tandas. Conectan a unos y al terminar su terapia, los desconectan, limpian y conectan a otro grupo, durante toda la semana.
El flujo de pacientes aumenta cada día y la falta de máquinas y de personal hace que a cada paciente se le reduzca el tiempo de su terapia para poder meter a otras personas.
Según Zahyne Mendoza, coordinadora de la unidad, tiene cupo para 84 personas y atienden a 102 pacientes.
“Esta sobredemanda la tenemos que atender, no manejamos el sistema de referencia, además, no hay para dónde todas las unidades están llenas. Paciente que llega es atendido, pero debemos ajustar el tiempo de todos para ingresar a los nuevos”, detalla la nefróloga.
“Lo ideal —explica— es que estén conectados a la máquina cuatro horas. Actualmente permanecen tres horas, pero es suficiente para limpiar su sangre de las toxinas y eliminar los líquidos de su cuerpo”, dijo Mendoza.
Esta situación es preocupante para pacientes como Nolberto Ávila, quien tiene dos años acudiendo al servicio. “Esto quiere decir que mientras más pacientes lleguen, la calidad de la diálisis mermará. El trato del personal es excelente, pero tampoco da abasto”.
En medio de la debilidad y el mareo al salir de la sala, Nolberto, con un récipe en la mano, se prepara para otra odisea: encontrar Benutrex. “Hace mucho que no se consigue y esta es la vida de nosostros para poder cotrarrestar este desgaste”.
El promedio de pacientes en esta unidad es de 50 años y su insuficiencia renal se produjo por diferentes causas. La especialista detalla que la primera causa es la diabetes, le sigue la hipertensión y en tercer lugar figuran las patologías obstructivas como infecciones urinarias, tumores y cálculos renales.
La hipertensión fue la que le ocasionó a Julián Acevedo, de 44 años, la paralización de sus riñones.
Al contrario de sus compañeros, Julián tiene esperanzas en un trasplante de riñón al que ha sido llamado en dos oportunidades que han resultado fallidas. La primera por incopatibilidad y la segunda por presentar anemia.
Junto con él otros 21 pacientes de este centro tienen la esperanza de que haya un donante de órganos para ayudarlos a ellos prologar su vida. La espera es cuestarriba desde preparar la carpeta con todos los exámenes hasta encontrar el donante resulta un verdadero milagro.
A Julián le costó su casa. “Tuve que venderla primero para pagar el catéter y luego para costear todo para prepararme para el trasplante. ahora vivo en casa de mis suegros. He solicitado ayuda en la Alcaldía de San Francisco, pero aún no me dan respuesta”, expresó.
El resto de los pacientes también clama ayuda y hasta se organizaron con una fundación para llegar hasta los organismos e instituciones que deseen colaborar con sus gastos.
Mientras esa ayuda llega, manifiesta que en esa unidad la solidaridad los ayuda a sobrellevar la enfermedad. “Acá somos una verdadera familia tratamos de ayudarnos unos a los otros. Muchas veces tenemos que dar dinero a alguno para que regrese a su casa o para que compre una medicina”.