Crónica de un trasplante de riñón
9 de cada 10 pacientes potosinos esperan en salas de diálisis un trasplante de riñón.
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San Luis Potosí, SLP.- Los quirófanos 1 y 2 de la clínica 50 del Instituto Mexicano del Seguro Social, de San Luis Potosí, se prevén dispuestos para cirugía de trasplante. La lista de espera suele ser larga, aunque en este caso, la donación ha sido por selección familiar, en donde, a pesar del apremio, la operación fue programada con no más de dos semanas de antelación. Son las 9:15 de la mañana del martes 19 de mayo de 2015, un joven de 23 años se encuentra anestesiado, ha llegado el momento de su trasplante.
El equipo está a cargo del doctor Quilantan, Francisco Javier Rodríguez Quilantan, jefe de trasplantes del IMSS y capitán de cirugía el día de hoy. La misión es realizar un trasplante de riñón; un cuñado ha decidido donarle el órgano renal al otro y el médico explica las condiciones para realizar una donación, todo debe empatar al máximo.
De acuerdo con el especialista, el trasplante de órgano viene a ser la mejor opción para quien ha presentado una falla renal crónica irreversible, es decir, cuando los riñones del paciente han dejado de funcionar en su totalidad, aunque existen otras dos opciones: la hemodiálisis y la diálisis peritoneal, ambas encargadas de desintoxicar la sangre del cuerpo en sustitución del riñón, mediante conexiones a un aparato diseñado para esa función.
El cirujano ha dividido el equipo en dos cuadrillas, la primera se ha encargado minutos antes a la extirpación del órgano a donar; el cuñado yace inconsciente desde hace una hora y está en manos de un cirujano urólogo, dos cirujanos auxiliares; el anestesiólogo de rigor que monitorea los signos de vida, la enfermera instrumentista a cargo del manejo de material quirúrgico, y una enfermera más, la auxiliar cuyo trabajo es estar siempre lista. La otra cuadrilla, trabaja en un segundo quirófano, prepara la zona para implantar el órgano esperado. El doctor Quilantan está ahí, con el paciente más delicado y su grupo de especialistas.
Meses antes, cuando el joven fue diagnosticado con insuficiencia renal, comenzaron una serie de estudios. Primeramente, explica el doctor, le preguntaron a la persona si tenía algún donante en su familia, amigos, o conocidos. El paciente tenía a alguien, su cuñado.
En el proceso de selección del perfil de la persona que va a donar, se deben considerar tres rasgos preponderantes, el experto del trasplante refiere que el donante debe contar con estabilidad emocional, salud física y corroborar que sus órganos estén sanos, sin alguna deformación. Además, el estudio sanguíneo, lo más compatible posible. En éste caso, el cuñado cumplió con todo lo necesario.
El quirófano número 1 está musicalizado, suenan los Toreros Muertos, Enanitos Verdes y algo de Soda Stéreo. El cirujano urólogo pide que le sequen el sudor de la frente mientras mete mano al cuerpo del paciente donador. La cavidad en el flanco torácico con los tejidos expuestos contrastan con la algarabía musical ochentera, no se perciben complicaciones; el anestesiólogo monitorea con usual tranquilidad. Van tres planos musculares abiertos, falta uno para llegar al riñón, refiere el cirujano líder de cuadrilla.
Según datos del IMSS, del total de los pacientes que requieren un trasplante renal sólo el 10% se llevan a cabo anualmente, debido a que no todos los casos de insuficiencia renal crónica cuentan con un donante compatible allegado, por lo que hay que entrar en lista de espera, en donde de acuerdo con el Centro Estatal de Trasplante se programan 30 donaciones de riñón de origen cadavérico al año, para todas las instituciones de salud en el estado.
Se aproxima la zona en donde se encuentra el riñón y el urólogo que opera informa su llegada. Para ese momento un cirujano trasplantista ha llegado al quirófano 1, proveniente del 2 y mano derecha de Quilantan. Prepara una mesa especial: hielo, gasas y una sustancia de decisiva utilidad en el proceso; el líquido custodiol, el sustituto "frío" de la sangre, explicará el experto minutos más tarde, cuando el riñón esté fuera del cuerpo. Se prepara la cirugía "de banco".
Los especialistas en cuestión explican que el custodiol es un químico diseñado para preservar el órgano en frío, a falta de sangre que lo alimente en un cuerpo vivo, el custodiol otorga vitalidad artificial, el hábitat de tránsito entre un quirófano y otro para que el riñón no se descomponga. Este líquido se usa en una fase intermedia, una segunda cirugía, la cirugía "de banco", el escenario donde se prepara el órgano recién salido; se destapan las venas y arterias y se drena la sangre excedente hasta que se consiga un color blancuzco.
Ha sido extraído el riñón. Cabe hacer mención que el donante es joven, acaso menor que el paciente que necesita el trasplante. Tiene 22 años.
Quilantan comenta que la ciencia del trasplante no admite órganos de gente mayor a los 65 años, no tiene caso. Si se ha de buscar un donador, debe de haber cumplido los 18, aún así hay que asegurarse de que su organismo se ha desarrollado totalmente.
El riñón está listo, completamente blancuzco. Los doctores dan la señal, es momento de llevarlo a quirófano 1, para ser trasplantado.
En quirófano 1 el paciente tiene una apertura debajo del ombligo y surge una interrogante: ¿no debería colocarse el nuevo riñón en el mismo lugar de sustitución del que ha dejado de funcionar? Quilantan tiene la respuesta y dice que no. Abunda en que realizar otra herida de cuatro planos musculares resulta un movimiento innecesario y largo en cuanto a operación. Simplemente se dejará el órgano ahí como está, el trasplante se realizará en una zona cercana a la vejiga.
Durante la cirugía de trasplante, los médicos advierten de un dato esencial: el paciente que recibió el riñón ha tomado antes un medicamento denominado inmunodepresor, han bajado sus defensas naturales para que el cuerpo no rechace al nuevo órgano. Los ha tomado, los tomará cuando despierte, y los seguirá tomando toda su vida para no correr el riesgo de lo que se conoce como rechazo crónico.
La explicación anterior sirvió para que Quilantan recordara que en nuestros tiempos el llamado rechazo agudo de órgano no es algo común, precisamente por la inmunosupresión que ejerce el medicamento en el cuerpo; antes, explica, los órganos eran rechazados en el acto.
Quilantan refiere que en los trasplantados renales jóvenes, la esperanza de vida, si se procuran los cuidados necesarios, puede alargarse de 11 a 22 años, cifra considerable si se toma en cuenta que en pacientes dializados llegará un momento en el que no se puedan someter a este proceso, lo cual recae en un menor tiempo de vida. Como dato, el riñón que más ha vivido, sobrevivió 35 años.
Son las 2:30 de la tarde y ambas cirugías fueron un éxito. El especialista puntualiza que la calidad de vida del paciente será un hecho, aunque deberá tomar en cuenta recomendaciones que no se pueden soslayar.
En San Luis Potosí, el trasplante de riñón ha sido el más común en los últimos años según lo estipulado en el Centro Estatal de Trasplantes. En casos de insuficiencia renal muchas veces no es suficiente la buena voluntad del familiar que desea donar, ya que las condiciones de compatibilidad no alcanzan las medidas necesarias, colocando al afectado en una lista de espera que contempla todos los hospitales del estado.
La realidad es escandalosa: 9 de cada 10 pacientes potosinos esperan en salas de diálisis un trasplante de riñón.